(el chico que quiso parar la bala con la mano)
Otro caso de gatillo fácil, nada más que en este nos tendremos que remontar a febrero de 1999. En esta ocasión, el chico se llamaba Víctor Vital, vivía en Villa San Francisco, en la localidad de San Fernando y le decían “El Frente”, porque siempre era el primero en saltar por sus compañeros.
La tarde del 6 de febrero, él, junto a Luís y Caqui, ambos de 17 años, robaron una ferretería que no quedaba muy lejos de su bario. Empezaron a correr y “El Frente” veía cómo se alejaba de sus compinches. Casi llegando al primer pasillo de la villa, Luís y Víctor entraron, como era costumbre después de todo robo, al rancho de Inés para esconder el motín y esconderse ellos también.
Los policías, que los vieron entrar a la casa de Inés Vera, irrumpieron la puerta y la cruzaron violentamente.
Una vez adentro, el sargento Héctor “El Paraguayo” Sosa, y los cabos Gabriel Arroyo y Juan Gómez, patearon la mesa. La vuelcan y descubren que, debajo de ella estaba el blanco. Mientras se escucha un grito desconsolado que dice “No disparen. Nos entregamos” y se ve a un chico poniendo la mano para cubrirse de algún posible balazo, el sargento dispara. La primera bala, que le atravesó la mano, le entró por la frente casi matándolo y, para complementar, 4 balas lo remataron. En tanto Luís, después de recibir una bala en el hombro se hizo el muerto.
El cadáver de Víctor fue llevado por la policía y devuelto a su casa 3 días después. Desde ese momento, todo San Francisco comenzó a moverse por “El santo de los Pibes Chorros”, como fue llamado tiempo después, por “El Frente”, por aquel chico que en 3 años se hizo famoso en su barrio por lo amable y bondadoso, por Víctor, el joven que robaba a los ricos para repartir entre los pobres, al mejor estilo Robin Hood.
Sosa estuvo preso un año y medio por ese homicidio, pero nunca fue pasado a disponibilidad preventiva. En el juicio lo absolvieron por “falta de pruebas”.
La madre de “El Frente” Vital, Sabrina Sotillo, sigue manteniendo esa solidaridad dentro de su casa impuesta por su hijo menor y pidiendo justicia. Sotillo es presidente de la Organización Por La Vida, una ONG en contra de gatillo fácil y la represión en las cárceles.
Tan revelante fue esta historia para el ámbito villero que hasta Cristian Alarcón le hizo un libro en 2003 llamado “Cuando muera quiero que me toquen cumbia”. Por este motivo, actualmente Alarcón tiene que ser exiliado, por mostrar un poco de toda la injusticia que nos rodea.
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